Es formidable la forma en que el
ser humano actúa y se desenvuelve ante los diversos escenarios que se le
presentan, adaptándose a ellos y saliendo siempre adelante.
También es formidable la
capacidad que tiene de demostrar “la condición humana”, esa mezcla complicada
de sentimientos y deseos sobre sí mismo y los que lo rodean, que al final
termina siempre con un “yo primero y luego yo”.
Esto lo he estado pensando a raíz
de los acontecimientos civiles, políticos y económicos que se han estado
presentando en el mundo y que siguen un curso establecido o predestinado, un
eterno retorno de las cosas, que no solo expreso en el sentido filosófico sino
en el sentido histórico de los mismos.
En los últimos 10 años hemos
tenido dos crisis económicas fuertes que parecen no tener fin, pero que tienen
muchísimas predecesoras que han tenido algo en común: la avaricia, el obtener
dinero sin importar cómo, el capitalismo a ultranza que nos han vendido como
algo normal, disfrazado con frases o conceptos como la mano invisible del
mercado o la ley de Say.
Desde que se vendió la idea del
modelo económico que prometió “una copa de champaña que al llenarse derramará
sus bondades a los demás”, el problema es que los que están dentro de la copa
parecen no tener fondo y nunca se llena.
Aunado a esto el hecho de que la
política es solo el medio para un fin, hacerse ricos sin importar cómo, y no lo
que debe ser: velar por los intereses de todos los que son representados por
esos políticos. Y lo vemos a diario; escándalos de corrupción, despilfarro de
recursos públicos, impunidad, compadrazgo y nepotismo, violencia sin control.
Podríamos considerar que estos dos
aspectos principales han sido un caldo de cultivo que ha permitido que la gran
mayoría de la humanidad demuestre su condición humana y busque su beneficio sin
importar cómo, porque existe la posibilidad de salir avante debido a que muchos
hacen lo mismo.
Todo esto lo han predicho muchos
autores en novelas visionarias y futuristas, que en la actualidad de futuristas
no tienen nada, y parece que no nos damos cuenta, que vamos directo a ese
futuro nada prometedor pero que sin embargo se repite.
Basta recordar lo que sucedió con
la contaminación durante la Revolución Industrial, las crisis económicas de
1873 y que no han cesado, las crisis de credibilidad política que no tienen
fin, el control del individuo por parte de su gobierno o “sistema” y un gran número
de cosas que no terminaríamos de mencionar.
Todo eso se ha presentado durante el largo camino de la humanidad por este planeta y me hace pensar ¿es la
sociedad que merecemos? ¿acaso es el eterno retorno de las cosas del que nunca
saldremos? ¿tendrá fin?
Parece que no nos queda mas que ser partícipes de algo o sentarnos a ver qué sucede, como muchos hacen, esperando que sea lo mejor, al menos para mí, dirán esos.
Por cierto, puedo recomendar una película que vi este fin de semana que terminó de convencerme para escribir esto: Margin Call estupenda!!