La
información es uno de los activos más importantes de cualquier empresa y
debería ponerse especial énfasis en su resguardo, manipulación y forma en que
se accede a ella, no cualquiera puede hacerlo o solo puede acceder a la
información que le compete.
Muchas
empresas entregan un Convenio de Confidencialidad a todos sus colaboradores,
estipulando de manera puntual los qué y cómo de ello intentando con eso evitar
la fuga de información o su mal uso, pero en la actualidad, la vida social
incluye el factor de las redes sociales que nos fomentar compartir todo lo que
hacemos, mientras más compartes, más popular eres, más amigos tienes.
La delgada
línea entre lo público y privado se diluye, dando pie a compartir en esas redes
sociales cosas como: "trabajando hasta tarde en la oficina comprando,
compartiendo, vendiendo"; "día de trabajo con el cliente X" y lo
acompañan de fotos (recordemos este caso). Lo que
no se entiende o queda claro, es que debido al grado de conectividad que existe,
hiperconectividad, esa publicación inocente puede llegar a dañar la imagen
corporativa o a alguien que está esperando el momento de hacer uso de ella de
manera ilícita.
Todavía se
piensa que solo con el uso de software especializado y muy caro se puede violar
la seguridad informática de una empresa, pero la ingeniería social
sigue siendo la herramienta por excelencia para obtener información privada;
personal o empresarial, y el uso exponencial de las redes sociales sin cuidado
alguno, hace esa tarea más sencilla a los delincuentes.
Como lo
expuse de manera sencilla, basta con que algún colaborador comparta de manera
inocente algo para que llegue a muchas personas y, por desgracia, no siempre es
solo para darle "like".
Como
empresa, debemos estar un paso adelante y más allá de dar a firmar convenios,
documentos o reglamentos, lo que debemos hacer es compartir con nuestros
colaboradores los riesgos de esas prácticas. No podemos dejar todo en manos del
área de sistemas porque, además de revisar hardware y software, tiene que estar
al pendiente del enemigo que se encuentra en casa.
La mejor
forma es realizando pláticas, sencillas pero efectivas, de los problemas que
pueden generar, proporcionando ejemplos y, de ser necesario, contratar expertos
para que lo expliquen.
Al final del
día pensar en prevención y/o mitigación de riesgos es una inversión que nos
evitará dolores de cabeza.
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